En algún momento dentro de esta explosión de las redes sociales se popularizó el término «content marketing«, que debo admitir, yo mismo he usado para referirme a la creación ética de contenido de calidad que sea útil para la audiencia meta.
Sin embargo, no hay que confundir la estrategia de contenidos con el marketing de contenidos. La estrategia de contenidos se centra en los procesos para organizar la información, qué mensaje quieres dar, los temas que abordarás, a quién, dónde y cómo expresarlos. El marketing de contenidos, por su parte se basa en cómo utilizar el contenido generado para atraer la atención y participación de la gente para crear una conversación en torno a él.
Pero la realidad es que no se crean productos para vender contenido, sino que se crea contenido para vender productos. En este sentido no podemos centrar en el contenido toda la tarea de marketing. No se trata de publicar en todos los medios sino en los que funcionan y, si publicamos, procurar que la información dada no sirva únicamente para rellenar con palabras clave y links, escribir sobre las cosas de las que el público ya está cansado de escuchar, llenar espacios en tu blog.
El marketing de contenidos no existe como tal, lo que sí existe es contenido para marketing. En otras palabras, marketing de productos o servicios que queremos vender, difundir, ideas que queremos transmitir o temas sobre los que queremos persuadir.
Las necesidades de las marcas son diferentes en cada una de las etapas de compra y no siempre necesitan el mismo tipo de contenido.
Te recomiendo que aproveches el contenido como la herramienta poderosa que es. Antes de dejarte llevar por los resultados maravillosos que el “marketing de contenidos” promete, define los objetivos que el contenido a generar o va a alcanzar y conoce lo mejor que puedas a tu audiencia.
