Relevante texto de Jordi Soler, escrito en 1998. Aquí un extracto.
«No veré el futbol», dijo. Decisión fácil cuando no se tiene costumbre de verlo y se empieza, como si nada, un día cualquiera. Aunque la verdad, hacer del sábado un día cualquiera no es tan fácil. Levantarse como si fuera martes, hacer café, darle Whiskas a los gatos, acompañar los primeros sorbos de la taza con las primeras páginas del libro en turno, como si fuera lunes, o jueves. No se puede mantener la ilusión de que el sábado es martes por demasiado tiempo, unas horas después la inercia del exterior ya lo inundó todo y entonces hay que abrir las ventanas para que entre el sábado y los de adentro no sufran una descompresión, como el buzo que cambia bruscamente de profundidad y entre un pataleo y otro se le revienta el sistema circulatorio. El buzo que sube bruscamente puede sintetizarse en una sola palabra: «brusco». Inmediatamente después se inclinó sobre un cuaderno para anotar la idea. Se sintió feliz, era sábado y él empezaba a trabajar con ritmo de día normal.
